La alimentación es fundamental para mantener una piel sana, saludable y luminosa. La piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo; es la frontera que separa el exterior del interior, y tiene dos funciones básicas:
– Actuar como capa de protección
– Actuar como capa de conexión, ya que recibe y a su vez transmite todos los estímulos del exterior
Por poner un ejemplo; gracias a los antioxidantes presentes en la alimentación se puede retrasar el proceso de envejecimiento. Los nutrientes antioxidantes impiden que se produzca un exceso de oxidación celular, combatiendo el efecto que los radicales libres (células de ataque) ejercen.
Piel y radicación solar
Cuando tomamos el sol nuestra piel adquiere gradualmente un tono más oscuro; esto se produce gracias a la melanina, que es el pigmento que permite que la piel se oscurezca, y que hace de filtro orgánico para protegernos de los rayos del sol minimizando su efecto.
Los rayos del sol permiten que el organismo sintetice la vitamina D, que ayuda al cuerpo a absorber el calcio, favoreciendo una buena salud ósea y una excelente protección contra las enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, las exposiciones solares abusivas son peligrosas para nuestra piel. Hay que protegerse correctamente tanto de los rayos UVB como de los UVA. Los UVA son los responsables de la pigmentación de la piel sin quemar, aunque provocan su envejecimiento, manchas, alergias solares y enrojecimiento; su impacto sobre la piel es a largo y medio plazo. Los UVB causan impacto sobre la piel de forma inmediata, son determinantes en el proceso de bronceado, causan enrojecimiento y quemaduras solares (eritemas cutáneos).
Los UVB y UVA, a largo plazo, pueden ser los responsables de que aparezca cáncer de piel. Combatir esos nefastos efectos, pasa por una exposición solar gradual y coherente y por la aplicación de protectores adecuados.
La alimentación también juega un papel fundamental en el bronceado
Es importante apostar por alimentos que aporten al organismo sustancias protectoras capaces de estimular la melanina y de combatir los radicales libres que genera el exceso de rayos ultravioleta. Para que surja efecto, los alimentos deben ser consumidos, al menos, tres semanas antes de la exposición solar, para que comiencen a actuar sobre el organismo.
- Betacarotenos:
Precursores de la vitamina A de origen vegetal: zanahoria, tomate, pepino, pimiento, sandía, melón, melocotón, caqui, mango, papaya, níspero, calabaza, remolacha, nectarina…
Estimulan la producción de melanina además de tener propiedades antioxidantes que ayudan a combatir el envejecimiento cutáneo que provoca la radiación solar. Son también excelentes para disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular.
- Alimentos ricos en Vitamina C:
La vitamina C protege a la piel de los radicales libres, además de regular la producción de melanina. Son fuentes de vitamina C: kiwi, pimiento, perejil, fresa, pomelo, naranja, melocotón, col roja, coliflor, espinaca, brécol, etc…
- Alimentos ricos en Vitamina B:
Esenciales en el mantenimiento de los tejidos conjuntivos y mucosas: cereales integrales, pan, carne, leche, huevos, legumbres de color verde oscuro.
- Alimentos ricos en Vitamina E:
Ayudan a que la piel se vea hidratada, además de reparar y proteger a la membrana celular de los efectos de los rayos solares: aceite virgen extra, cereales integrales, huevos, soja, frutos secos (nueces, almendras, avellanas), aguacate…
- Agua:
Imprescindible, depurativa, se hace necesaria para mantener la hidratación cutánea y prevenir la falta de líquidos favoreciendo la formación de un bronceado más uniforme. Así se evita la aparición de manchas y la rápida despigmentación. Se aconseja la ingestión diaria de 1,5-2 litros.
Otra fuente de líquidos serían: zumos y batidos de fruta y vegetales ricos en betacarotenos y otras substancias aliadas del bronceado y protectoras de la piel; infusiones (té verde, rojo) por su alto índice antioxidante (rico en polifenoles que protegen de la exposición solar).
- Bioflavonoides:
Ayudan a las células a defenderse de los radicales libres y son fundamentales a la hora de la formación de colágeno, además, protegen el sistema circulatorio, previniendo la aparición de varices y otras complicaciones. Son fuentes de bioflavonoides: frutas silvestres (moras, grosellas, arándanos, frambuesas), uvas negras, cerezas.
- Grasas “buenas”:
Los ácidos grasos poliinsaturados como el aceite virgen extra, el pescado azul (atún, sardina, salmón,…), o los frutos secos (nueces, almendras, avellanas), ayudan a que las paredes celulares retengan el agua suficiente para conseguir un bronceado más acentuado y uniforme.
Dr. Julio Puig, cirujano plástico